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Miraba al cielo contemplando la brillante luna llena que iluminaba la oscura noche de Abril. Con la mirada perdida en el firmamento se imaginaba un platillo volante, uno como los que veía en los dibujos animados, uno en el que viajar a la luna y evadirse de la realidad que estaba viviendo. Sabía que no era posible ese viaje, que no podía hacer un platillo volante que viajase hasta la luna dejando los problemas atrás. Pero no se rindió. Siguió mirando al cielo atraído por el magnetismo de la luna, esa inalcanzable luna a la que no podía volar. No pudo ir en platillo volante hasta la luna, pero si pudo traer la luna a su volante.

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